Gala, Antonio - LA CASA SOSEGADA
---$4.500---
#00258
Temática: Filosofía
ISBN: 84-08-02481-7
Editorial: Planeta. Barcelona. 1998
Colección: Documento
Idioma: Español
Tapa: Blanda
Nro de páginas: 261
Sinopsis: Una reflexión sobre la contraposición entre el mundo íntimo y plácido del hogar y el tempestuoso mundo exterior.
"Aquí podrá hacerse todo lo que se sienta de verdad; cuanto se desee decir de verdad podrá ser dicho. No hay precios, no hay ofensas: en consecuencia, todo es bueno. Dentro del hogar, al anochecer, habitamos en el ojo del huracán. Persisten alrededor la ambición, las tormentas, las corrupciones, los duros fantasmas del día y de la noche; pero aquí hemos obtenido la serenidad (...) Apenas percibimos las sonoras esquirlas de otras vidas. Por fin se hizo el silencio. Por fin está la casa sosegada."
Opiniones:
Lector. ¿Estás agobiado? ¿Se te han roto las ilusiones? ¿De pronto te han herido? ¿Casi a traición? Sí,.. porque si bien has escuchado la puñalada que en forma de palabra te hirió, dudabas que quien te rompiera la piel una vez, lo vuelva a intentar con éxito otra vez. El tajo no es tan largo, cuanto si es profundo. Porque ha sido a poca distancia. La que tu permitiste a la persona agresora, porque empezabas a confiar en ella. Que absurdo. Que ironía. Que ingenuidad. Si los indicios de su cambio, no eran para darle todo el crédito todavía. ¿Qué te sientes desorientado? Sí. ¿Cuánto? ¿Cómo has podido? No nos quedan las lecciones. Cuanto más dicen amarte, buscan perforarte hondo. Es que has sido un golpe artero. Porque ya creías que esa persona, la que te ha tajado, no te volvería a hincar y con la misma daga.
¿Estas pensando en que todo lo que haces, hiciste o harás, no tiene sentido, que poco ha valido la pena? ¿Que nadie ha reparado en tu esfuerzo, ni en tus intentos, ni en tus sentimientos y lo que es peor, que esas cosas, que tu creías tenían algún valor, y destino, que las trabajabas no para ti, sino para ellos, para ellas, para los que más amaste no han tenido el valor productivo necesario, para que ellos o ellas, las consideren valiosas? ¿Lector sientes que se estrecha la vida? ¿Sientes que tu propio aire te quita el oxígeno? ¿Y aspiras a no respirar más? ¿Alientas la presencia de la parca, a que concluya la farsa, la tuya, y la que te forman todos los demás? ¿Lector, te lo piensas? ¿Te preguntas y aciertas. Será que a los que más quisiste, no les falta la ocasión y no la pierden para demostrarte un marcado desamor? ¿Que los amigos, o los que tu creías que eso eran para ti, te han dejado? ¿Que sientes que has errado? ¿Que confundiste las cosas, cuando a la amistad le otorgaste el grado de sentimiento total, de esos, que implican jugarse el todo, hasta el tipo por el amigo. Más el amigo, estaba listo a liarse, no por ti, sino por otro, que le ofrecía dinero y cargo público. Y supiste entonces que el amigo, que tuyo no era, si lo era del poder algún mandamás. Y que le consumía el miedo a la reacción de un gamonal de pacotilla al que le gusta vestirse de blanco y que no pasa de ricachón oscuro y perverso, que proclama a los cuatro vientos y sin temor a que se le tomen cuentas y a pesar de sus aspiraciones políticas que los problemas legales suyos o de sus empleados mejor se solucionan fuera de la ley. ¿Con todo este panorama lector a donde miras? ¿Lo haces a la calle, al cielo o a la estantería, a la más especial de todas, la de tus libros buscando quizá, el guiño disimulado de un libro, de un autor, de unas letras que te suplan la carencia de aire, de ánimo, de fuerzas, para no liquidar tu mismo, lo poco de vida que te queda y dejarlo al Gran Hacedor, que lo haga en el momento, que toque tu página, la que pides sea, la próxima, la que se viene en la primera vuelta de hoja?.. ¿Tanto así te pasa lector. Tantas cosas así nos unen amigo invisible que por ello te lanzo un dato, te tiro una cuerda, te extiendo un puente, busca en tu biblioteca, en tus anaqueles algo de Antonio Gala, te servirá de bálsamo, te brindará reposo, te iluminará la ruta. Por un tiempo. Por unos momentos. Los necesarios para asimilar el dolor. Para desinfectar la piel, para razonar el móvil de tu agresor o agresora. Para con él, con Gala, meditar en "Quien es el dueño de la herida". Te ofrezco yo uno con mágico título. Uno que te calzará, que te comprenderá. Uno escrito como solo él Antonio Gala, sabe hacerlo. "La Casa Sosegada" de Editorial Planeta. Un manuscrito en el que el rotulador del maestro, destila, paciencia, tolerancia, amor. Un libro de cabecera. Un tratado de la vida. Una propuesta filosófica desde interiores. Sí que atisba desde las esquinas más silenciosas esquinas de los lugares habitados por los hombres. Trescientas doce páginas buriladas en castellano maravilloso. Las letras recobran vida. Las palabras son justas, regulares y perfectas para el ejercicio de recuperar el alma. En trances tan siniestros como la soledad de quien cree tener compañía.
"La vida es, por encima y por debajo de todo, alegría. Hay millones y millones de buenas cosas que nos suceden o que podemos gozar y que son gratis: la elegante y grácil dinámica de los animales, su incomparable colorido, el aroma infinito y tenue de las flores, las luces que ni un solo segundo son idénticas, la belleza con que las reciben los pétalos y los volcanes, las alas de los mínimos insectos y los océanos increíbles. No es un dislate pensar que el Edén verdadero se halla en donde nosotros nos hallamos, aunque existan quienes han decidido no disfrutarlo sino sufrir en él". Pág. 88.
A lo mejor ahora amigo lector no quieras saber de nada. De nadie. Quisieras por el dolor parar los días, y que algo te aplaste para siempre. Porque de la vida tienes asco. Que la desesperanza te atrapa en sus gelatinosas manos. Ahora que mires hacia donde mires está nublado. Ahora en que nada crees. Que tus mejores opciones están en los archivos del olvido. Has de leer poesía.
Nadie mojaba el aire tanto como mis ojos. Me decías: "¿Trabajas?"Me decías: "¿Ya es hora del té?"
Y yo no te decía: "Te amo";no te decía:"Eres todo lo que tengo";no te decía:"Eres la única rosa en la que caben todas las primaveras".
Me decías: "Adiós, hasta mañana".O me decías:"¿Necesitas algo?".
Y yo no te decía:"Me estoy muriendo de amor ... Me estoy muriendo".
Nadie mojaba el aire como yo.
Has de medir la tesitura de Antonio Gala. Su capacidad de palabra. Has de buscar apoyo en la simetría de sus ideas, en la arquitectura de sus letras, en el arte de su voz, en la tersura de sus amores.
"La Casa Sosegada". Es algo así como poner la fiesta en paz. En orden y con respeto. En armonía. Y en tu idioma y en el mío. En la lengua que nos une. En el puente que esta tiende. Es renovación de talantes. Es la alquimia del amor. Es como volver al seguro espacio del vientre. Como despertar cubierto por el cabello de la mujer que amaste anoche, sin prisa, pero sin descanso. Es la fusión de los espíritus. El pausado sabio, particular, inquieto, y musical del autor. Con el tuyo o el mío lector. Que a esta hora están a lo mejor encharcados de dolor, de mustiedad, de hastío, de confusión, de ira. Es el instante propio y mejor recomendado para infiltrarte en Antonio Gala. En este escritor de Córdoba, que una vez leído se convierte en un "Imposible olvido", en una "Pasión turca", o en "Los invitados al jardín". En una vertiente del sentimiento que nos impulsa hacia la vida y nos acerca a la muerte. El amor.
"Amo el minúsculo fragmento de mundo que está al alcance de mi mano, y el no mucho mayor que está al alcance de mis ojos. Amo el rayo de sol que en este instante incide y reverbera sobre el papel en el que escribo. Amo el desordenado tumulto que me rodea en esta mesa de trabajo. Amo el aire resplandeciente de estas primeras horas de la tarde y la suave temperatura que se adivina en él. Amo lo que veo tras las ventanas: el jardín expectante bajo el vuelo de las palomas, y los frutales que descienden hacia la alta barrera de eucaliptos que orilla el río. Amo a mis perrillos, ahora abandonados a su sueño cuyos ladridos podría distinguir desde muy lejos, y cuyo amor puede vaticinar igual que ellos el mío. Pero amo también a las antipáticas hormigas (bueno no sé si las amo, pero me resisto a matarlas). Pág. 106.-
Que la lectura te sea material curativo. Lector entrégate a ella. Embarca tus malos momentos en el buen libro que comparto esta jornada contigo. Recibe de Antonio Gala el apretón de manos que forjan sus letras. Mi fraterno abrazo. Si el gran Geómetra del universo no se opone hasta la próxima semana.
Dr. Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora
Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002
Contratapa:
#00258
Temática: Filosofía
ISBN: 84-08-02481-7
Editorial: Planeta. Barcelona. 1998
Colección: Documento
Idioma: Español
Tapa: Blanda
Nro de páginas: 261
Sinopsis: Una reflexión sobre la contraposición entre el mundo íntimo y plácido del hogar y el tempestuoso mundo exterior.
"Aquí podrá hacerse todo lo que se sienta de verdad; cuanto se desee decir de verdad podrá ser dicho. No hay precios, no hay ofensas: en consecuencia, todo es bueno. Dentro del hogar, al anochecer, habitamos en el ojo del huracán. Persisten alrededor la ambición, las tormentas, las corrupciones, los duros fantasmas del día y de la noche; pero aquí hemos obtenido la serenidad (...) Apenas percibimos las sonoras esquirlas de otras vidas. Por fin se hizo el silencio. Por fin está la casa sosegada."
Opiniones:
Lector. ¿Estás agobiado? ¿Se te han roto las ilusiones? ¿De pronto te han herido? ¿Casi a traición? Sí,.. porque si bien has escuchado la puñalada que en forma de palabra te hirió, dudabas que quien te rompiera la piel una vez, lo vuelva a intentar con éxito otra vez. El tajo no es tan largo, cuanto si es profundo. Porque ha sido a poca distancia. La que tu permitiste a la persona agresora, porque empezabas a confiar en ella. Que absurdo. Que ironía. Que ingenuidad. Si los indicios de su cambio, no eran para darle todo el crédito todavía. ¿Qué te sientes desorientado? Sí. ¿Cuánto? ¿Cómo has podido? No nos quedan las lecciones. Cuanto más dicen amarte, buscan perforarte hondo. Es que has sido un golpe artero. Porque ya creías que esa persona, la que te ha tajado, no te volvería a hincar y con la misma daga.
¿Estas pensando en que todo lo que haces, hiciste o harás, no tiene sentido, que poco ha valido la pena? ¿Que nadie ha reparado en tu esfuerzo, ni en tus intentos, ni en tus sentimientos y lo que es peor, que esas cosas, que tu creías tenían algún valor, y destino, que las trabajabas no para ti, sino para ellos, para ellas, para los que más amaste no han tenido el valor productivo necesario, para que ellos o ellas, las consideren valiosas? ¿Lector sientes que se estrecha la vida? ¿Sientes que tu propio aire te quita el oxígeno? ¿Y aspiras a no respirar más? ¿Alientas la presencia de la parca, a que concluya la farsa, la tuya, y la que te forman todos los demás? ¿Lector, te lo piensas? ¿Te preguntas y aciertas. Será que a los que más quisiste, no les falta la ocasión y no la pierden para demostrarte un marcado desamor? ¿Que los amigos, o los que tu creías que eso eran para ti, te han dejado? ¿Que sientes que has errado? ¿Que confundiste las cosas, cuando a la amistad le otorgaste el grado de sentimiento total, de esos, que implican jugarse el todo, hasta el tipo por el amigo. Más el amigo, estaba listo a liarse, no por ti, sino por otro, que le ofrecía dinero y cargo público. Y supiste entonces que el amigo, que tuyo no era, si lo era del poder algún mandamás. Y que le consumía el miedo a la reacción de un gamonal de pacotilla al que le gusta vestirse de blanco y que no pasa de ricachón oscuro y perverso, que proclama a los cuatro vientos y sin temor a que se le tomen cuentas y a pesar de sus aspiraciones políticas que los problemas legales suyos o de sus empleados mejor se solucionan fuera de la ley. ¿Con todo este panorama lector a donde miras? ¿Lo haces a la calle, al cielo o a la estantería, a la más especial de todas, la de tus libros buscando quizá, el guiño disimulado de un libro, de un autor, de unas letras que te suplan la carencia de aire, de ánimo, de fuerzas, para no liquidar tu mismo, lo poco de vida que te queda y dejarlo al Gran Hacedor, que lo haga en el momento, que toque tu página, la que pides sea, la próxima, la que se viene en la primera vuelta de hoja?.. ¿Tanto así te pasa lector. Tantas cosas así nos unen amigo invisible que por ello te lanzo un dato, te tiro una cuerda, te extiendo un puente, busca en tu biblioteca, en tus anaqueles algo de Antonio Gala, te servirá de bálsamo, te brindará reposo, te iluminará la ruta. Por un tiempo. Por unos momentos. Los necesarios para asimilar el dolor. Para desinfectar la piel, para razonar el móvil de tu agresor o agresora. Para con él, con Gala, meditar en "Quien es el dueño de la herida". Te ofrezco yo uno con mágico título. Uno que te calzará, que te comprenderá. Uno escrito como solo él Antonio Gala, sabe hacerlo. "La Casa Sosegada" de Editorial Planeta. Un manuscrito en el que el rotulador del maestro, destila, paciencia, tolerancia, amor. Un libro de cabecera. Un tratado de la vida. Una propuesta filosófica desde interiores. Sí que atisba desde las esquinas más silenciosas esquinas de los lugares habitados por los hombres. Trescientas doce páginas buriladas en castellano maravilloso. Las letras recobran vida. Las palabras son justas, regulares y perfectas para el ejercicio de recuperar el alma. En trances tan siniestros como la soledad de quien cree tener compañía.
"La vida es, por encima y por debajo de todo, alegría. Hay millones y millones de buenas cosas que nos suceden o que podemos gozar y que son gratis: la elegante y grácil dinámica de los animales, su incomparable colorido, el aroma infinito y tenue de las flores, las luces que ni un solo segundo son idénticas, la belleza con que las reciben los pétalos y los volcanes, las alas de los mínimos insectos y los océanos increíbles. No es un dislate pensar que el Edén verdadero se halla en donde nosotros nos hallamos, aunque existan quienes han decidido no disfrutarlo sino sufrir en él". Pág. 88.
A lo mejor ahora amigo lector no quieras saber de nada. De nadie. Quisieras por el dolor parar los días, y que algo te aplaste para siempre. Porque de la vida tienes asco. Que la desesperanza te atrapa en sus gelatinosas manos. Ahora que mires hacia donde mires está nublado. Ahora en que nada crees. Que tus mejores opciones están en los archivos del olvido. Has de leer poesía.
Nadie mojaba el aire tanto como mis ojos. Me decías: "¿Trabajas?"Me decías: "¿Ya es hora del té?"
Y yo no te decía: "Te amo";no te decía:"Eres todo lo que tengo";no te decía:"Eres la única rosa en la que caben todas las primaveras".
Me decías: "Adiós, hasta mañana".O me decías:"¿Necesitas algo?".
Y yo no te decía:"Me estoy muriendo de amor ... Me estoy muriendo".
Nadie mojaba el aire como yo.
Has de medir la tesitura de Antonio Gala. Su capacidad de palabra. Has de buscar apoyo en la simetría de sus ideas, en la arquitectura de sus letras, en el arte de su voz, en la tersura de sus amores.
"La Casa Sosegada". Es algo así como poner la fiesta en paz. En orden y con respeto. En armonía. Y en tu idioma y en el mío. En la lengua que nos une. En el puente que esta tiende. Es renovación de talantes. Es la alquimia del amor. Es como volver al seguro espacio del vientre. Como despertar cubierto por el cabello de la mujer que amaste anoche, sin prisa, pero sin descanso. Es la fusión de los espíritus. El pausado sabio, particular, inquieto, y musical del autor. Con el tuyo o el mío lector. Que a esta hora están a lo mejor encharcados de dolor, de mustiedad, de hastío, de confusión, de ira. Es el instante propio y mejor recomendado para infiltrarte en Antonio Gala. En este escritor de Córdoba, que una vez leído se convierte en un "Imposible olvido", en una "Pasión turca", o en "Los invitados al jardín". En una vertiente del sentimiento que nos impulsa hacia la vida y nos acerca a la muerte. El amor.
"Amo el minúsculo fragmento de mundo que está al alcance de mi mano, y el no mucho mayor que está al alcance de mis ojos. Amo el rayo de sol que en este instante incide y reverbera sobre el papel en el que escribo. Amo el desordenado tumulto que me rodea en esta mesa de trabajo. Amo el aire resplandeciente de estas primeras horas de la tarde y la suave temperatura que se adivina en él. Amo lo que veo tras las ventanas: el jardín expectante bajo el vuelo de las palomas, y los frutales que descienden hacia la alta barrera de eucaliptos que orilla el río. Amo a mis perrillos, ahora abandonados a su sueño cuyos ladridos podría distinguir desde muy lejos, y cuyo amor puede vaticinar igual que ellos el mío. Pero amo también a las antipáticas hormigas (bueno no sé si las amo, pero me resisto a matarlas). Pág. 106.-
Que la lectura te sea material curativo. Lector entrégate a ella. Embarca tus malos momentos en el buen libro que comparto esta jornada contigo. Recibe de Antonio Gala el apretón de manos que forjan sus letras. Mi fraterno abrazo. Si el gran Geómetra del universo no se opone hasta la próxima semana.
Dr. Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora
Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002
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