Piossek Prebisch, Teresa - LO REAL Y LO MÍTICO EN UN CAPÍTULO DE LA HISTORIA AMERICANA
---$8.000---..
#01518
Temática: Historia, Tucumán
ISBN: 97897111718
Editorial: Edición del autor. 2009
Idioma: Español
Tapa Blanda
135 páginas
Autor: Teresa Piossek Prebisch
Sinopsis: En el siglo IX dc reinó en la ciudad de Tula, Ca Ácatl Topiltzin quien adoptó el nombre del dios Quetzalcóatl llamado también Serpiente Emplumada y Señor de la Región del Alba. Fue un rey reformador en todos los órdenes, tanto, que en un momento dado debió abdicar y exiliarse. Se fue por mar, por el Golfo de México, hacia el naciente –la región del alba-, pero prometió regresar un día para recuperar su poder.
Siete siglos trascurrieron y desde comienzos del XVI el rey Moctezuma reinaba en México-Tenochtitlán, capital del imperio azteca. Era conocido por su celo religioso y por el acatamiento total a la voluntad del dios supremo Tezcatlipoca, Señor del Destino de todo lo creado.
Era, también, habitual consultor de adivinos quienes le vaticinaron que él sería el último soberado azteca. Como para confirmar este vaticinio, por el mar, desde la región del alba, comenzaron a llegar inquietantes novedades. Primero, un arcón español. Después, náufragos de extraña raza y lenguaje. Luego, naves nunca vistas que exploraban la costa imperial. Finalmente, en 1519, año dedicado en el culto azteca, a Quetzalcóatl, llegó Hernán Cortés, hombre barbado y de piel clara como la tradición decía que fue el héroe divinizado.
Moctezuma interpretó su llegada como expresión de la voluntad del Señor del Destino y, aunque intentó torcerla, finalmente la aceptó, con lo que contribuyó a su fin y al colapso del imperio azteca.
Contratapa:
#01518
Temática: Historia, Tucumán
ISBN: 97897111718
Editorial: Edición del autor. 2009
Idioma: Español
Tapa Blanda
135 páginas
Autor: Teresa Piossek Prebisch
Sinopsis: En el siglo IX dc reinó en la ciudad de Tula, Ca Ácatl Topiltzin quien adoptó el nombre del dios Quetzalcóatl llamado también Serpiente Emplumada y Señor de la Región del Alba. Fue un rey reformador en todos los órdenes, tanto, que en un momento dado debió abdicar y exiliarse. Se fue por mar, por el Golfo de México, hacia el naciente –la región del alba-, pero prometió regresar un día para recuperar su poder.
Siete siglos trascurrieron y desde comienzos del XVI el rey Moctezuma reinaba en México-Tenochtitlán, capital del imperio azteca. Era conocido por su celo religioso y por el acatamiento total a la voluntad del dios supremo Tezcatlipoca, Señor del Destino de todo lo creado.
Era, también, habitual consultor de adivinos quienes le vaticinaron que él sería el último soberado azteca. Como para confirmar este vaticinio, por el mar, desde la región del alba, comenzaron a llegar inquietantes novedades. Primero, un arcón español. Después, náufragos de extraña raza y lenguaje. Luego, naves nunca vistas que exploraban la costa imperial. Finalmente, en 1519, año dedicado en el culto azteca, a Quetzalcóatl, llegó Hernán Cortés, hombre barbado y de piel clara como la tradición decía que fue el héroe divinizado.
Moctezuma interpretó su llegada como expresión de la voluntad del Señor del Destino y, aunque intentó torcerla, finalmente la aceptó, con lo que contribuyó a su fin y al colapso del imperio azteca.
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